General Conference Daily Bulletin, 1895
El mensaje del tercer ángel (nº 1)

A.T. Jones

 

La imagen de la bestia

Sin duda comprendemos bien que toda enseñanza, sin importar quién la presente, debiera formar parte del mensaje del tercer ángel. A mí se me ha asignado presentar esta particular faceta del mensaje del tercer ángel que se relaciona específicamente con las profecías relativas a la bestia y a su imagen, así como a la obra que van a realizar. Esta noche comenzaremos el tema, que continuará en las lecciones sucesivas. En el estudio de hoy todo cuanto pretendo es exponer la situación, presentar la evidencia; las argumentaciones vendrán después, una vez establecida la evidencia del caso. En el tiempo asignado para esta noche no será posible exponerlo de forma abarcante, sino solamente lo que se relaciona con el asunto de la imagen de la bestia. En la próxima lección prestaremos atención a lo relativo al propio papado: a “la bestia”.

No es preciso que me esmere en dar una definición detallada de en qué consiste la imagen de la bestia; todos sabemos bien que es el poder de la iglesia recurriendo al gobierno, al poder civil, a fin de conseguir los propósitos de la iglesia. Lo dicho es suficiente para refrescar el tema en la memoria de todos. Lo que voy a presentar esta tarde es simplemente un resumen de lo que están haciendo los profesos protestantes de este país. Y no se trata de acciones circunstanciales: se presenta ante el país sin dejar dudas de que quienes están llevando adelante las medidas pretenden que sea algo permanente.

Me voy a circunscribir al año 1894. Hacia mediados de ese año se dio el caso Cedarquist en la armada regular de Omaha. Cedarquist se había negado a participar en los ejercicios de tiro a la diana en domingo. Fue encausado judicialmente ante un tribunal militar por desobedecer órdenes, y tengo entendido que se lo sentenció a seis meses de prisión. No vamos a analizar la pertinencia del caso en su contexto militar. Prestaremos atención al uso que se hizo del incidente en aquella ocasión. Muchos están familiarizados sin duda con los hechos; yo llamo la atención ahora a lo ocurrido por ser uno de los elementos que esclarece la situación general ante nosotros. Tan pronto como sucedió lo descrito y se publicó el expediente, el secretario y director principal de la Alianza Dominical de América, el reverendo Edwar Thompson, de Columbus, O., envió un mensaje al presidente de Estados Unidos, del cual os voy a leer la parte relevante. Está en “The Sunday Reform Leaflets” (folletos de la reforma dominical) Vol. 1, nº 8, septiembre 1894:

Oficina de la Alianza Dominical de América, Columbus, O., 21 julio 1894. A su excelencia, Grover Cleveland, presidente de los Estados Unidos y comandante en jefe de la armada de Estados Unidos:

Distinguido señor: Le ruego se me permita solicitar a su excelencia, en nombre de más de cien mil votantes de Estados Unidos a quienes tengo el honor de representar oficialmente, el perdón para el soldado Charles O. Cedarquist, de Co. C, Segunda Compañía de Infantería del Ejército de Estados Unidos, quien hemos sabido que está ahora encarcelado en régimen de trabajos forzados en Omaha, condenado a dos meses, según requerimiento anexo de penalidad de “prisión y trabajos forzados”, además de la “deducción de 10 dólares de su paga mensual”.

La razón por la que solicitamos ese perdón es porque Cedarquist fue castigado por negarse a “la práctica del tiro a la diana” en domingo, y que su negativa se debió a que dicha práctica constituía una violación de las leyes de Nebraska, de donde él es; constituía una violación de sus convicciones religiosas personales; una violación de los principios de la civilización cristiana y de las leyes de casi todos los Estados de la Unión. Dado que la corte suprema de los Estados Unidos decidió en el caso de la “Santa Trinidad”, el 29 de febrero del 1892, que “esta es una nación cristiana”, y dijo que el soldado Cedarquist tenía derecho a esperar que no hubiera reglamentos o disposiciones en el ejército de esta nación que no armonizaran con las leyes y usos generales propios de este tipo de cristianismo que nuestra historia ha ilustrado…”

A continuación se refiere a la constitución y a la exención del domingo en relación con el tiempo asignado al presidente para la firma de proyectos de ley. El resultado fue que el soldado fue perdonado, mientras que el oficial que había ordenado a Cedarquist que practicara ejercicios de tiro en domingo fue llevado ante la justicia militar, si bien sus compañeros oficiales lo absolvieron.

Lo anterior demuestra que la combinación representada en esa particular forma de organización empleó al gobierno para sus propósitos, y se propone hacerlo en la fuerza de “más de cien mil votantes de Estados Unidos” a quienes el director general tiene “el honor de representar oficialmente”.

Al poco tiempo de esos hechos, el administrador general de correos de Chicago, que es un oficial de Estados Unidos, propuso realizar una inspección entre los carteros de la ciudad de Chicago en domingo, y se dieron las directivas al efecto de que se sintiera en libertad de no comparecer cualquiera entre ellos que tuviera convicciones contrarias a una obra o servicio tal en domingo. Aun así, finalmente no se permitió dicha comparecencia, ya que las iglesias de Chicago se unieron y escenificaron una protesta tal ante Washington, el presidente y su gabinete, que se prohibió al administrador general que planteara esa actividad en domingo.

De igual forma, durante dos o tres años se ha estado presentando ante todo el país la campaña en contra del gobierno municipal, dirigida por el Dr. Parkhurst, de la ciudad de Nueva York. Culminó en las elecciones del pasado noviembre, en las que prevaleció ese elemento de “reforma” política. Dicho triunfo esparció la fama e influencia del líder de ese movimiento por toda la nación, y otras ciudades que con anterioridad habían seguido el mismo curso de acción que en Nueva York le han venido invitando desde entonces para que los instruya en cuanto a la mejor forma de llevar adelante su campaña en la misma línea de acción. Tras las elecciones, Chicago ha sido la primera en hacer tal cosa. Hace unos dos años la ciudad de Washington, junto a algunos de los senadores de Estados Unidos, lo invitaron aquí. Él acudió y dio varias charlas en las que les enseñó cómo administrar el gobierno.

Recientemente estuvo en Chicago por invitación de cierto club en esa ciudad. He traído aquí su discurso y citaré algunas de sus partes a fin de ilustrar cuál es el espíritu que hay detrás de ese movimiento, y para que podáis ver exactamente de qué se trata: no es algo simplemente político, sino político-religioso. Se pretende que la iglesia se entrometa… No: no simplemente que se entrometa, sino que gestione, controle y dirija al gobierno, de acuerdo con sus dictados y según su interpretación de la moralidad, de las Escrituras, y tal como afirman, de los diez mandamientos.

Y algo que también vais a observar mientras os lea las evidencias, no sólo en ese discurso, sino en algunos otros que compartiré con vosotros, es la relevancia que se da a los diez mandamientos. Desde el principio nuestra obra ha consistido en defender la integridad de los diez mandamientos y señalar su importancia, y hemos esperado que este tema de los diez mandamientos cobre relevancia en algún momento a nivel nacional. Una de las cosas que quiero destacar ante vosotros es que por toda evidencia está muy próximo el tiempo, si es que no ha llegado ya, en que los diez mandamientos van a ser objeto de interés general, un tema a debate público, y que va a ocupar un lugar en los asuntos nacionales.

Es cierto que esos elementos político-religiosos dan prominencia nacional a los diez mandamientos según una luz falsa y que se los utiliza con falsedad todo el tiempo, pero eso nada cambia. Cuando el enemigo presenta los diez mandamientos y los pervierte empleándolos de forma fraudulenta, no está en realidad haciendo más que dar a la verdad del Señor y a su causa la oportunidad para ser presentados tal como Dios los dio, en su verdadero significado. Y eso abre el camino para que el mensaje del tercer ángel tenga aún mayor prominencia y efectúe una obra mayor, que de otra forma no habría podido realizar. Así pues, todas esas cosas no hemos de verlas necesariamente como antagónicas con el mensaje del tercer ángel. Por supuesto, la intención es esa, pero como ya dije una vez ante vosotros, pienso que todo eso es la otra cara del mensaje, y todas las cosas ayudan a bien para el avance del mensaje.

Leeré primeramente tres o cuatro declaraciones que hizo el Dr. Parkhurst en su comparecencia en Chicago, a fin de que podáis discernir el modus operandi de quien es su líder indiscutible, y comprendáis cuáles son los sentimientos a los que se da prominencia y cuáles los sentimientos representativos del movimiento.

Esta es una de sus expresiones: “Cuadrilla detestable de sabuesos administrativos”. Esta es otra de ellas: “Una banda de mentirosos, perjuros y libidinosos empapados de ron”. Otra: “Purgatorio para los políticos y crucifixión crónica para los jefes”. Otra: “‘No matarás’; ‘No cometerás adulterio’; ‘No robarás’… Todo eso son consideraciones éticas, pero olvidan Tammany”. [N. del T.: Tammany era una organización influyente dentro del Partido Demócrata, notable por su corrupción. Se había fundado en 1789 como una sociedad fraternal de benevolencia, llegando a dominar la vida política en el siglo XIX y comienzos del XX, antes que Franklin D. Roosevelt acotara su poder en la década temprana de 1930].

Todo lo anterior no fue dicho en el acaloramiento de una discusión enconada, sino en un ensayo escrito con toda la calma y frialdad de un despacho, según el manuscrito del que ahora estoy leyendo.

Para entenderlo mejor serán de ayuda algunas otras expresiones. Leo de su discurso, tal como aparece publicado en Inter Ocean de Chicago, el 24 de enero de 1895:

No se debe desanimar a la gente, pero afrontar con franqueza la situación es siempre una práctica saludable. Recurro a una ilustración que he empleado muchas veces en mi tierra: a fin de conseguir algo que valga realmente la pena y justifique el trabajo que requiere su cumplimiento, habréis de “regenerar” vuestra ciudad. He tomado esa palabra de una cita teológica presbiteriana, pero se aplica muy bien aquí.

Y dado que todo eso ha contado con la aprobación y respaldo del propio presbiterio de Nueva York, y teniendo en cuenta que se trata de teología presbiteriana según el presbiterio de Nueva York, es con redoblado énfasis como puede citar a partir de teología presbiteriana -en todo caso, según el presbiterio de Nueva York-.

Significa más que reforma. Reforma implica sólo un cambio en la forma. Regeneración conlleva un cambio en el corazón: la inauguración de una nueva categoría de motivos e impulsos municipales. Si objetáis que eso es idealismo, os diré que, en efecto, tiene que ver con un ideal. ¿Qué proponéis en lugar de eso? No vais a vencer, excepto bajo el influjo de un entusiasmo desbordante, y nunca vais a concitar la pasión popular mediante esfuerzos que se queden a medio camino.

Estas son otras expresiones suyas:

Me pregunto cuántos hay en esta gran ciudad dispuestos a quitarse el abrigo y no volver a ponérselo hasta que mueran, o bien hasta que Chicago sea redimida. Eso, y sólo eso, es lo que va a conseguirlo. Tenéis que tomar el control de vuestra vida, vuestro confort y vuestra conveniencia, y ganar la victoria paso a paso. En esta obra no hay lugar para el amateur ni para el engreído. Hay infinidad de clubes reformacionistas que cuentan con gran cantidad de seguidores, pero de alguna forma fracasan en salvar su ciudad. No hay atajos para la salvación municipal. No se la puede lograr mediante el prestigio o riqueza de las organizaciones en pro de la reforma, alianzas municipales, clubes cívicos, o cualquiera sea el nombre que ostenten. No funcionará, excepto que impliquéis vuestra personalidad con todo lo que conlleva, empeñándola decididamente contra la marea del mal que se avecina, incluso a riesgo de resultar encharcados o inundados por ella. Si este lenguaje os resulta demasiado crudo, sólo tenéis que culparos a vosotros mismos por ello, puesto que yo acudí aquí por vuestra iniciativa; no por la mía. Si en vuestra vida hay algo más importante que la redención de Chicago, mi consejo es que os mantengáis al margen de la obra de regeneración municipal.

Jesucristo dijo: “Buscad primeramente el reino de Dios”. Ese sistema dice: “Buscad primeramente -dad la máxima prioridad- al gobierno de las ciudades y reinos de este mundo”.

Pero por ahora no pretendo más que leeros esas cosas de forma sucinta. Sigue así:

En los diez mandamientos no hay ni republicanos ni demócratas… De acuerdo con ello, nuestro movimiento no ha sido partidista ni sectario. Un hombre auténtico es mayor que cualquier partido, y el decálogo es tan amplio como el protestantismo, el catolicismo y el judaísmo juntos…

Sin menospreciar la responsabilidad del laicado, el papel que ha desempeñar el clérigo en una crisis como la vuestra aquí, o como la nuestra en Nueva York, no tiene parangón ni es comparable a nada en el pasado. Al predicador viviente que sepa alejarse lo suficiente de su estudio y de su Biblia a fin de conocer el mundo y lo que sucede en él, le resultará imposible seguir los pasos del profeta-estadista que decidió el destino del pueblo de Israel hace tres mil años, sin sentir que la revelación que inspiró al hombre de Dios no se da nunca con el propósito exclusivo de equipar al hombre para que se retrotraiga respetablemente del mundo y viva beatíficamente en el mundo por venir. El Señor nos enseñó a orar así: “Sea hecha tu voluntad en la tierra”. Para vosotros, eso significa antes que nada: “Sea hecha tu voluntad en Chicago”. Y para hacer resonar eficazmente esa máxima no hay un lugar más apropiado que vuestros púlpitos. Es animador saber que está creciendo el sentimiento de que la fidelidad cristiana significa patriotismo tanto como piedad, lo que implica ser un buen ciudadano tanto como un buen miembro de iglesia, y que “Star Spangled Banner” (el himno nacional) es tan cristiano como “Más cerca oh Dios de ti” en boca de cualquier seguidor de Cristo.

Os estoy leyendo esto a fin de que comprendáis cuál es la situación, y cuál la determinación con la que se están imponiendo esas cosas.

Este movimiento comenzó en una iglesia, y el llamado ha sido siempre a aquello que representan la iglesia y la sinagoga. La fortaleza ha radicado siempre en la respuesta del hombre ante la autoridad de los diez mandamientos.

En toda la historia antigua registrada en la Biblia no hay nada que rivalice en cuestión de santidad con la obra de regenerar Chicago, y no hubo situación alguna en que las condiciones fueran más favorables que aquí para que eleve su voz algún Elías local, y cuantos más haya, mejor. El auténtico asunto que debéis afrontar es una cuestión de justicia versus iniquidad, honestidad versus traición, pureza versus inmundicia; y si el clero es incapaz de salir en masa e implicarse plenamente en el duelo, ¿de qué sirve entonces tener clero?

Una cita más:

Existe un liderazgo moral que corresponde ejercer al clero, y cuya dejación equivale a delito reprobable. El reconocimiento y la visión de las realidades eternas que enriquecen el presente contribuyen en buena parte a la genialidad del estadista; es precisamente el reconocimiento lo que distingue al predicador: si lo posee, es porque fue agraciado con ese don divino. En los antiguos días de Israel el estadista era el profeta y el profeta el estadista; y dentro de ciertos límites, aún hoy, en la intención de la naturaleza y de Dios está el que ambos oficios coincidan, y que el mismo hombre que conoce los secretos de Dios moldee los propósitos morales e inspire los concilios morales y las actividades de su ciudad y de su tiempo. Y me atrevo a decir a mis hermanos en el ministerio cristiano que hablo con la seguridad de un definido conocimiento, cuando afirmo que no hay influencia que vaya a operar con mayor presteza para traer de regreso el mundo a la iglesia, que el que la iglesia y sus modernos profetas regresen al mundo y cumplan en él su misión de autoridad amigable y gobernanza moral.

Lo anterior basta para presentar la escena ante vosotros a fin de que observéis cómo los términos que se relacionan sólo con la salvación del alma en justicia, términos que se usan de ese modo en la Biblia y que corresponde exclusivamente a la iglesia emplear de ese modo, son utilizados para asuntos totalmente seculares, de forma que la totalidad del plan de la salvación y de la obra de la iglesia queda reducida al nivel de este mundo, y viene a significar la preservación de las cosas tal como son en este mundo. Veis también que la aplicación que hacen de los diez mandamientos lo es sólo al hombre exterior, y ha de consistir en la misma vieja iniquidad de siempre: límpiese el exterior del recipiente, y su interior permanecerá como era común entre los fariseos.

Hace algún tiempo leísteis en Sentinel la declaración del Dr. John L. Scudder, de la ciudad de Jersey, N.J., relativa a la posición y la obra de Young People’s Society of Christian Endeavor (Asociación Juvenil de Acción Cristiana). Os leeré uno o dos párrafos de ella, para llamar posteriormente vuestra atención a otra declaración de hace una o dos semanas, hecha por un representante de uno de los directores del movimiento Young People’s Society of Christian Endeavor. Para introducir el tema leeré algunas declaraciones del Dr. Scudder tal como aparecen publicadas en Sun, de Nueva York, el 5 de noviembre de 1894:

Casi cada iglesia en América tiene su Young People’s Society of Christian Endeavor, y esas sociedades, llegando hasta la última aldea en esta tierra, han manifestado su intención de implicarse en la política. Ese es un hecho significativo teniendo en cuenta que dichas organizaciones reúnen a varios cientos de millones de seguidores, y están compuestos por jóvenes llenos de entusiasmo y energía. Eso significa que la iglesia está entrando en la política, y lo está haciendo para quedarse. Significa también que la iglesia va a ser un potente actor político, ya que en esas sociedades tiene una organización perfecta y permanente que se extiende a cada provincia, estado y nación, y que va a actuar como una unidad en toda cuestión moral relevante.

Eso para mí no significa que las iglesias vayan a formar un partido político separado; al contrario, van a permanecer al margen de todo partido político, pero van a cooperar, y como organización prodigiosa que es, va a plantear sus demandas a los partidos existentes, viendo cumplidos sus deseos. Antes de las elecciones, cada unidad local asumirá de forma temporal el formato de una convención política, ratificando solamente a los candidatos que se comprometan con los deseos de tan respetable parte de la comunidad. Se asegurarán de obtener compromisos por escrito de los candidatos y les reclamarán lo pactado, y si dejan de cumplir sus compromisos, esos políticos particulares se habrán condenado.

Anticipo con alegría ese día memorable en la historia de la iglesia. Por fin se van a dar cuenta los políticos de que nosotros, los cristianos, no somos un atajo de locos, sino que sabemos cooperar hasta donde sea necesario, convocar a varios millones de votantes y lanzar nuestras fuerzas combinadas contra los enemigos de la justicia, la ley y el orden… Cuando los cristianos se suman y mantienen un equilibrio de poder consistente, cuando empujan juntos y rehúsan como cuerpo votar a cualquier hombre que no implemente sus principios, entonces, y sólo entonces, serán respetados y serán políticamente poderosos. ¿Por qué no hay mítines cristianos, de igual forma en que hay mítines Tammany? ¿Qué tiene de objetable una asamblea electoral santificada? ¿Por qué no mover la maquinaria en pro del reino de Dios? Si los pecadores se unen y protegen sus intereses, ¿por qué no debieran los santos hacer eso mismo y expulsar al viejo Satanás?

Aquí está lo último de Christian Endeavor Department (Departamento de Acción cristiana), según Christian Statesman (El Estadista Cristiano). Lo dirige un oficial de Christian Endeavor, y la particular serie de lecciones que se está ahora enseñando y estudiando versa sobre “Christian Endeavor Good Citizenship” (Acción Benéfica Cristiana Ciudadana). Leo sólo algunas frases:

El movimiento Christian Endeavor está luchando para que haya políticos cristianos, y si son políticos de un partido, que sean políticos de un partido cristiano. Eso lo hemos de ver como formando parte de la vida cristiana, siendo otras de sus partes la vida social, las actividades comerciales, los deberes familiares y las actividades concretas de la iglesia. A la política, en tanto en cuanto deber cristiano, se le debe dar la mayor consideración, junto a los deberes sociales, laborales y familiares. En la política el cristianismo ocupa un terreno idéntico. La iglesia no tiene derecho a decidir entre dos buenos candidatos, pero prodúzcanse tremendas protestas desde los púlpitos contra los candidatos que tengan de lado los diez mandamientos.

En lugar de “tengan”, probablemente quiso decir “dejen”, pero comprendéis la idea.

¿En qué sentido es menos apropiada para el púlpito la discusión de una política cristiana, que el comercio cristiano, los asuntos sociales o los deberes domésticos? La política tiene sus tentaciones particulares, y es indispensable el espíritu cristiano. Aunque sólo sea para salvar a una multitud de jóvenes varones que ingresan en ella cada año procedentes de la ruina moral, tenemos el deber de purificarla. Pero también el de salvar al país y a nuestras sagradas instituciones americanas.

Así pues, ¿cuál es el alcance de su salvación? ¿A qué está referido exclusivamente su plan de salvación? Sólo a este mundo, a las cosas de este mundo, y tal como están en este mundo. No va más allá. El pastor debe comprender, si es “capaz de alejarse lo suficiente de su… Biblia” -y esa es una frase esclarecedora-, que no debe ocuparse de que la gente deje este mundo de forma respetable para disfrutar de felicidad en el otro mundo; [al contrario], se espera que se centre en su propio pueblo y su propia ciudad, en su propio estado y nación a fin de redimirlos, de salvarlos, de regenerarlos a todos ellos. Tal es la situación. Leo más:

Los Demócrata-cristianos encontrarán grandes tareas en las votaciones y en la organización de partidos, que van más allá y son más abarcantes que cualquier detalle o movimiento de partido. Con su actitud conservadora ante cualquier cambio, tienen un lugar importante en la civilización cristiana. Permitámosles, como buenos y verdaderos hombres que son, que estudien su deber y que lo cumplan plenamente con sus rostros vueltos hacia el día del juicio. Lo mismo con sus compañeros en el partido Republicano, con su diferente actitud en las políticas gubernamentales, y no obstante ambos igualmente dispuestos a asumir las exaltadas responsabilidades, el patriotismo cristiano y el desarrollo moral consistente de la nación. Aquí habría una unión fácil y natural entre ciudadanos cristianos.

La iglesia es el mejor lugar para agitar en pro del bien moral y espiritual, y esa unión entre los ciudadanos cristianos de toda iglesia, con representaciones en la estructura más afín de cada partido, hará promoción de la forma más eficaz allí donde esas pequeñas células sean más influyentes, que es en su propio partido. Dejando aparte todos los detalles de la acción de partido, o confiándolos a la asamblea general en aras de la conveniencia de todos en cada una de las secciones del partido designado que sea, conseguiremos la actividad ciudadana saludable que toda iglesia pueda sabiamente asumir. Eso es lo único que va a lograr algún bien. Ha llegado el momento de implementar planes más concretos en Christian Endeavor. No podemos seguir simplemente dando charlas y haciendo reuniones sin hacer nada práctico más allá de eso. De acuerdo con los principios de Christian Endeavor y en línea con su esencia, urgimos a que se lleven a cabo planes interpartidistas. El espíritu cristiano y los diez mandamientos han de tener un lugar en la política, y el sermón del monte debe regir.

La Federación Civil de Chicago, moldeada según la filosofía de Parkhurst, está siguiendo hasta donde le es posible el mismo curso que aquel en Nueva York. Y disponemos de un informe del director de esa federación, el reverendo Dr. Clarke, de Chicago. Su informe oficial se publicó en Interior. Tenía una copia de él, pero se extravió. Quizá pueda encontrarla antes de que dejemos este tema, y podamos leer también algunas de sus declaraciones. Una de ellas en particular sigue la misma línea que la precedente: se refiere a la relación del cristiano con el estado, a la relación del cristiano con la política, al papel del cristiano en moldear, dar forma y reformar el estado. Y uno de los principios fundamentales de la política subyacente en la que se sustenta es la decisión del Tribunal Supremo del 29 de febrero de 1892: “Esta es una nación cristiana”. Y dado que es una nación cristiana, preguntan de forma expectante: ¿Qué es lo que se espera que haga un cristiano para actuar de acuerdo con esa idea, llevando a cabo los principios de esta nación cristiana según métodos cristianos, moldeándola y dándole forma según los planteamientos del cristianismo?

Aquí tenéis todos esos elementos implementando los planes para asegurarse el control de la ley y el poder para legislar.

A continuación reproduzco un párrafo del discurso de Parkhurst que he reservado para el final, y que abre un escenario que es digno de nuestra consideración y atento seguimiento, desde este día hasta el final:

Las cuestiones que están agitando más profundamente las mentes este año, y que continuarán haciéndolo probablemente muchos más años en el futuro, no son de orden nacional sino municipal. Hemos llegado a un período que podríamos calificar como “el renacimiento de la ciudad”. La notable concentración de la población en centros urbanos [es decir, en ciudades] ha tenido como resultado enfatizar lo municipal. Dicha concentración ha alcanzado proporciones tales, y hasta tal punto están operando los recursos materiales y las energías intelectuales a ese nivel, que casi podríamos afirmar que es en esos núcleos donde late la vida real de la nación, y que la nación va a ser cada vez más lo que nuestros municipios determinen y la hagan ser.

Este es el argumento: la gran concentración de gente en las ciudades y la gran cantidad de ciudades en la importante posición que ocupan, son determinantes para el curso de la nación, habiendo dejado de serlo los habitantes del campo, los que están fuera de las ciudades. Tal como vayan las ciudades, así va la nación. La nación se amolda según lo marquen las ciudades. Incluso dejando aparte la religión, sea cual sea el impulso político que mueva al país, emana de sus grandes ciudades. Estos líderes políticos han comprendido el hecho, y en consecuencia se han puesto a la obra de controlar las ciudades, esparciéndose por ellas y alcanzando puestos de poder, para de esa forma llegar a regir la nación.

Veis todo el tiempo que cada una de esas declaraciones que acabo de leer es simplemente la reedición una y otra vez del sistema que creó el papado, y que lo ha caracterizado desde el primer paso que dio la iglesia en los días de Constantino hasta ahora. Cualquiera que conozca esa historia sabe que cada una de las declaraciones que acabo de leer es exactamente una repetición de lo mismo. ¿Ha tenido alguno de los que están familiarizados con la historia del papado dificultad alguna para reconocer la imagen del papado en la situación tal como ha quedado aquí expuesta según las declaraciones de su propia voz que os he leído? -Ninguna dificultad. Nadie que haya estudiado la historia del papado puede dejar de ver ahora su imagen, obrando precisamente de la forma que le es propia, y con el preciso propósito con que lo hizo el papado. Tenemos ante nosotros la imagen plenamente configurada.

Por consiguiente, ¿cómo podría alguno de nosotros dejar de reconocer que estamos ante la imagen de la bestia plenamente formada, por así decirlo, en nuestro país hoy, y obrando con todo su poder intrigante? No todavía con todo el poder de la ley -aún no lo tiene plenamente en sus manos- pero con toda su política intrigante, y mediante todas esas injerencias poco a poco tomando posesión aquí, invadiendo silenciosamente allí, con el fin de tomar el control de los órganos que rigen la nación, y entonces moldear y dar forma a la misma.

Observad otro aspecto del asunto que delata también la imagen. Todo el que haya leído la historia del papado y de su forma de proceder, de la bestia y de cómo actúa, sabe que toda lucha y toda batalla del papado fueron disputadas en las ciudades: Roma. Alejandría, Constantinopla, Antioquía, Jerusalem, Cartago, Corinto... Las ciudades principales fueron el terreno de batalla y el escenario donde peleó sus batallas el papado, donde ganó el control del Imperio Romano, y donde anidó y medró siempre. La gente del campo… iba a decir que se la trataba como siendo de segunda clase, pero es aún peor: prácticamente no se le prestaba consideración alguna. El obispo de un medio rural tenía un rango muy inferior a su homólogo en la ciudad. La gradación del obispado escalaba según la magnitud de la ciudad. Y el obispo de la ciudad principal, que era Roma, vino a convertirse en el poder rector. Allí, y a través de ella, podía controlar mejor los elementos necesarios para afirmar el poder del papado. Es de esa forma como llegó Roma a ser la sede -y su obispo la cabeza- del papado: la bestia.

Podéis ver un paralelismo exacto recorriendo el mismo camino en este país, procurando hacerse con el control de las grandes ciudades: Nueva York, Chicago, Filadelfia, Boston, San Luis, Cincinnati, San Francisco, etc. Todas ellas tienen elementos comunes: las alianzas municipales y el clérigo a la cabeza de todas ellas, obrando para controlar las ciudades, para tomarlas en sus riendas y controlar así la nación.

¿Acaso no están aquí obrando esos mismos principios que operaron cuando se originó la bestia? ¿Podemos cerrar nuestros ojos a esa realidad y no darnos cuenta de que estamos ante la presencia y obra de ese asunto malvado? ¿No ha llegado acaso el tiempo de hacer que resuene el mensaje de advertencia contra la bestia y su imagen con toda la fuerza que puede dar el poder de Dios?

Leeré una declaración más. Está en Herald and Presbyter de Cincinnati, 3 enero 1895. El objeto último, lo principal, lo más grande, lo que está por encima de cualquier otra cosa, lo que se proponen hacer una vez hayan logrado moldear esos gobiernos municipales, resulta ser la imposición del domingo. Así se titula el artículo del que leo: “Imponer la ley”.

La ley es una norma que regula la acción o conducta humana. La ley moral es esa perfecta revelación de la voluntad divina que rige como obligación perpetua y universal sobre todo hombre. Por lo tanto, es vinculante para la conciencia y no debiera requerir mayor imposición legislativa para el cristiano. Pero en el proceso de gobernar esta sociedad resulta que no todos los hombres van a obedecer los mandamientos -que son de aplicación universal-, por lo tanto se ha hecho necesario implementar castigos y penas, y prever su imposición mediante el recurso al poderoso brazo del gobierno civil.

Esa es, como todos pueden ver, la precisa posición, enseñanza y filosofía del papado. Tendremos la ocasión de leer algunas otras cosas similares cuando analicemos la siguiente fase del proceso en la próxima presentación.

Uno de los diez mandamientos, que cuenta con el apoyo de nuestros legisladores y que se ha incorporado a la legislación nacional de casi todos los Estados, es el que se refiere a la apropiada observancia del Sabbath. Nuestros legisladores consideraron una necesidad poner freno a los malhechores y a quienes violen la santidad del día santo de Dios, mediante prohibiciones y penas por su violación. En nuestra ciudad la abierta violación de esa ley ha sido tan habitual y flagrante como para despertar a los cristianos a un sentido de su obligación respecto al Estado, organizándose la Alianza para la Reforma Municipal.

La “reforma municipal”, es decir, la reforma ciudadana, es la finalidad con la que están comprometidas la “Federación civil” de Chicago y la “Sociedad para la prevención del crimen” de Nueva York. Están comprometidas con un mismo fin, aun sin tener el mismo nombre en todas las ciudades. Pero ¿qué fue lo que determinó que se organizaran en Cincinnati? -La falta de respeto al domingo. ¿Cuál fue el asunto principal en Chicago? -La falta de respeto al domingo.

La primera acción fue asegurar que se cerrasen los teatros en el Sabbath. Al respecto, bastó con la fuerza de la ley. Las fuerzas del orden hicieron cumplir la ley, pero resultó haber un hombre más poderoso que la ley, que la fuerza policial o que los elementos de reforma en esta ciudad: el alcalde. Eran tantos los violadores de la ley, que de llevar cada caso a los tribunales habría resultado imposible juzgar a los infractores. Los juzgados estaban bloqueados y hubo obstrucción a la justicia.

La Alianza acudió en ayuda de la corte judicial con el respaldo de la ley, proponiendo que se instruyera a la policía para que detuviera a quienes encontraran en el acto de violar las leyes del Sabbath. Eso habría dado fuerza a la ley, haciendo que cerraran los teatros incluso si los infractores no recibían la plena penalidad. El alcalde vino entonces en auxilio de los teatros y prohibió a los funcionarios que practicaran detenciones hasta que se consumara la ofensa y hubiera concluido la obra de teatro.

La Alianza apeló entonces a los comisarios policiales, alegando que los agentes no están obligados a obedecer órdenes ilegales. [Pero] una mayoría entre los comisarios decidió que los funcionarios deben obediencia a todas las órdenes del alcalde; que la disciplina así lo exigía. Bien; entonces, ¿qué tienen que hacer los ciudadanos respetuosos con la ley? Se les está diciendo que Cincinnati está mejor gobernada que cualquier otra ciudad de similar magnitud en el país; sin embargo, Boston, Nueva York, Filadelfia y Baltimore son capaces de cerrar sus teatros en domingo. Se oye un cierto discurso de impugnación hacia el alcalde, mientras que otros abogan por exigir al gobernador el cese de los comisarios de policía y la solicitud de una votación respecto a si el principal magistrado de una ciudad puede pisotear los estatutos de Dios y de los hombres, y desafiar el sentimiento moral de la sociedad.

Podéis ver qué prioridad se da a la demanda por imponer leyes dominicales. En caso de no ver satisfecha su demanda, exigen una “reforma municipal”. La ciudad está abocada a la ruina, por lo tanto, se impone introducir un elemento distinto para salvarla. Ahora bien, ¿con qué propósito pretenden salvar la ciudad? A fin de imponer las leyes dominicales, de modo que se pueda salvar al domingo y de esa forma la nación. ¿Podéis apreciar que el gran objetivo al que apuntan todos esos movimientos es la imposición del domingo? Y sabemos que eso es la formación de la imagen de la bestia y la imposición de la marca de la bestia.

Por consiguiente, a partir de la evidencia expuesta resulta perfectamente claro que el país se encuentra ahora ante la presencia activa y viviente de la imagen de la bestia, y ante un esfuerzo por imponer su marca.

 

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