Querido amigo y amiga:

¿Has orado una y otra vez pidiendo algo específico, y te parece que nunca llega la respuesta?

Seguro que has leído alguna vez el Salmo 37:4 y 5: "Deléitate asimismo en Jehová y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará". Y sin embargo, ha pasado año tras año, quizá hasta década tras década sin que veas cumplidas las "peticiones de tu corazón". Si esa es tu experiencia, ciertamente no estás solo -¡si es que eso te consuela! Te encuentras entonces emplazado a evaluar tu propia sinceridad, pero también el carácter de tu Padre celestial.

Para nuestro esquema habitual de pensamiento, se diría que el texto está redactado al revés. Querríamos que dijera: 'Concédame Jehová las peticiones de mi corazón, y ENTONCES me deleitaré en él'. Pero no: el deleite ha de venir primero; de otra forma no habría lugar para la fe. Al margen de lo mucho que puedas haber esperado que se cumplan las "peticiones de tu corazón", PUEDES ELEGIR creer que tu Padre celestial es fiel a su palabra, incluso aunque no veas respondidas tus oraciones. Se trata de un punto extremadamente crítico en tu vida: el punto en el que decides creer, o no creer. Dios "llama las cosas que no son como si fueran" (Rom. 4:17), y nosotros podemos compartir su fe, esa que proporciona la seguridad de lo que se espera, la evidencia de lo que aún no se ve. Tu Padre celestial no te está escatimando nada. Te está concediendo el honor de que seas tú quien lo glorifique ante el mundo y ante el universo entero, si confías en él a pesar de las tinieblas. Tal fue la experiencia por la que pasó tu Salvador en la cruz: SINTIÓ que Dios lo había abandonado, a pesar de lo cual, escogió confiar en él en contra de toda evidencia, y en medio de la mayor angustia. Esa fue la fe de Jesús. Y tenemos las buenas nuevas de que su sacrificio será recompensado con un pueblo en esta tierra que elegirá también poner su confianza en él de forma incondicional, en medio de las mayores tinieblas, cuando todo parezca estar en contra de ellos. Pidieron pan a su Padre. Satanás procura hacerles creer que están obteniendo una piedra en respuesta. Puede intentar engañar, pero no puede forzar a nadie. Es tu privilegio confiar en Dios, aunque no comprendas cada circunstancia, o ninguna de ellas. Así fue como Jesús honró a su Padre y triunfó en el combate contra el mal. Así fue como Job honró a Dios ante todo el universo, y derrotó al enemigo de la fe y la verdad. Pon en manos de tu Padre celestial las "peticiones de tu corazón" y agradécele de antemano el que a su debido tiempo te las conceda.

R.J.W.