Querido amigo y amiga:

Uno de los sufrimientos más amargos, de entre los que afligieron a Cristo en la cruz, fue el debido a la acusación de megalomanía. Suspendido de aquella cruz, desprovisto de toda vestimenta y agonizando, la gente, especialmente los dirigentes del pueblo judío, lo ridiculizaban por los que ellos calificaban como sus delirios de grandeza. '¡Es un pretencioso! ¡Se cree alguien!' "Confió en Dios. Líbrelo ahora si lo quiere, ya que dijo: 'Soy Hijo de Dios' " (Mat. 27:43). ¿No habría sido magnífico que el Padre hubiese hablado de forma audible desde el cielo, diciendo: '¡ES EL HIJO DE DIOS!' Pero no se oyó una voz tal. En lugar de ello, un gran silencio interrumpido por el clamor tembloroso: "Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado?"

Su desgarradora experiencia lo acerca a todo el que se ve expuesto a la pública vergüenza debido a su fe. El ser ridiculizado y acusado de tenerer delirios de grandeza es doloroso. '¡De forma que piensas que tienes la razón, y que todos los demás están equivocados!...' En familias en las que un miembro descubre nueva verdad bíblica, como por ejemplo la verdad del sábado, es una experiencia tristemente frecuente.

De hecho, el ser expuesto al ridículo ha sido una de las saetas más afiladas con las que Satanás ha asaltado siempre al pueblo de Dios. Noé le tuvo que hacer frente mientras construía el arca sobre tierra seca en la que nunca había llovido. Los parientes de Abraham pudieron muy bien pensar que era un fanático por abandonar su lujosa mansión en Ur de los caldeos, para ir a vivir en tiendas durante el resto de sus días; y siendo ya anciano, y encontrándose sin herencia ninguna, "ni aún para asentar un pie" (Hech. 7:5), escucha los comentarios sarcásticos propios de la mente simple del "viejo hombre" a propósito del "pretensioso y fracasado" Abraham... Oye la familia real de Egipto comentando la falta de inteligencia y ambición de Moisés al renunciar a todo lo que el mundo le ofrecía para juntarse con un grupo de esclavos. Escucha también al influyente Nabal ridiculizando al joven David como a un paria despreciable. Y Jeremías, ¡qué doloroso debió resultarle cuando los sacerdotes, príncipes y pueblo se mofaron de él! Óyelo orando, "Sabes que por amor de ti sufro afrenta" (15:15).

Una de las experiencias más amargas que un ser humano puede afrontar es la que sufrió Pedro, cuando fue ridiculizado por una jovencita sin complejos: '¡Hablas como uno de sus discípulos!' Y entonces la risita o la carcajada. Sufrir todo eso en la niñez y adolescencia resulta particularmente duro. Pero PUEDES resistirlo si sabes que Dios está contigo. Y verdaderamente lo está. Sufrió la desnudez para que tú estés siempre vestido de su justicia. Recorrió la senda tenebrosa sintiéndose abandonado de su Padre, para que tú no estés jamás abandonado. "Oídme, los que conocéis justicia, pueblo en cuyo corazón está mi ley. No temáis afrenta de hombre, ni desmayéis por sus reproches... Yo, yo soy vuestro Consolador. ¿Quién eres tú para que temas al hombre, que es mortal, al hombre, que es sólo hierba? Te olvidas del Eterno, tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra; y todo el día vives en continuo temor del opresor que se dispone a destruir. Pero, dónde está el furor del opresor?" Isaías 51. No dejes de leer las buenas nuevas de los versículos 22 y 23.

R.J.W.-L.B.