Querido amigo y amiga:

La Biblia declara, al menos en cinco ocasiones, que todos los que creemos en Cristo somos hijos de Abraham (Rom. 4:1-16), pero hemos de saber qué clase de hijos somos, porque "está escrito que Abraham tuvo dos hijos: uno de la esclava [Agar] y el otro de la libre [Sara]" (Gál. 4:22). El hijo de la esclava, Ismael, nació "según la carne"; pero el de la libre, Isaac, en virtud de la promesa (vers. 23).

Pablo nos dice que esos dos hijos son una ilustración de los dos pactos. El viejo pacto representa el esfuerzo humano por cumplir la promesa de Dios; el nuevo es reposar plenamente en que Dios cumplirá su promesa de salvarnos DEL pecado (no EN el pecado): representa al que es "justificado por la fe sin las obras de la ley" (Rom. 3:28). Se trata de una lección que la iglesia mundial necesita desesperadamente comprender, pues la única luz que puede alumbrar la tierra con su gloria, inmediatamente entes de la segunda venida de Cristo (Apoc. 18:1-4), es la luz del evangelio en su pureza, no las sombras del legalismo.

Observemos el carácter de Isaac, puesto que el Señor afirmó que todas las gloriosas promesas que hizo a Abraham, habían de hallar cumplimiento mediante Isaac: "En Isaac te será llamada descendencia" (Gén. 21:12; Rom. 9:7). Eso significa que hemos de ser capaces de ver diferencias entre el carácter de Isaac y el de Ismael. Y las vemos.

Isaac "se enriqueció y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy poderoso" (Gén. 26:13). Eso despertó la envidia de los filisteos, quienes cegaron todos los pozos que los siervos de su padre habían cavado, llenándolos de tierra (vers. 14 y 15). ¿Cómo reaccionó Isaac?

No disputó acerca de los pozos, sino que "volvió Isaac a abrir los pozos de agua" (vers. 18). ¿Hubiéramos sido nosotros tan pacientes y amables, de tener el poder que él ostentaba por entonces? El Señor lo bendijo, pues cavando en el valle encontraron allí "un pozo de aguas vivas" (vers. 19). Pues bien, los paganos se lo disputaron de nuevo, con la exigencia: "El agua es nuestra", ¡a pesar de ser los siervos de Isaac quienes habían cavado el pozo!

Isaac poseía un carácter cristiano. Se abstuvo de pelear, y "abrieron otro pozo" con la esperanza de que éste no fuera causa de riña; pero también se lo disputaron (vers. 21). ¿Qué haría ahora? ¿Qué harías tú? Isaac, simplemente, "se apartó de allí y abrió otro pozo" (vers. 22). Un precioso ejemplo de volver la otra mejilla. Cuando Isaac, junto a los redimidos, tenga un milenio para juzgar a sus opresores, no se sentirá apenado por haberles pagado bien por mal, por haber dado agua a sus enemigos (Rom. 12:17-20).

Isaac dijo: "Ahora Jehová nos ha prosperado y fructificaremos en la tierra" (vers. 22).

¿Quién eres, "Isaac", o "Ismael"?

R.J.W.-L.B.